miércoles, 19 de mayo de 2021

Por la bipolaridad hicimos una buena amistad.

De una enfermedad que nos provoca dolor en el alma... una amistad entre pacientes, puede transformarse en un tónico que nos ilumina. 

Odaliz, quiso referirse a lo que ha ocurrido, entre ella y yo, después de no habernos conocido.

La amistad bipolar.

A los 33 años tuve mi primera crisis que se prolongó por todo un año. Primero una tristeza inexplicable y luego a los seis meses de llanto,  con sólo un clic en la mente, me asaltó una alegría, que mezclada con hipertavidad me mantuvo  eufórica hasta que me llegó la calma. 

El diagnóstico fue certero pero no hubo caso que aceptara tratarme ni con medicamentos ni terapias. Recuerdo que asistí a tres sesiones terapia grupal y a pesar de ser testigo de cómo funcionaba para los demás pacientes, me retiré con más lágrimas en el regreso.

Pasaron diez años y a los 43 tuve de nuevo otra gran crisis, fue la euforia la que me llevó a la depresión más larga y durante ese tiempo sólo quería irme a mi país de origen. Al hacerlo,  en tres meses logré recuperarme con el tratamiento. El médico tratante me dió una inusual sugerencia: conversar con una paciente.

En la historia de mi bipolaridad fue una experiencia valiosa que me abrió las puertas a una filosofía de autoayuda y al conocimiento y aceptación de mi diagnóstico. 

Se abrieron para mí las puertas de un aprendizaje que no creo que pueda poner en pausa. Comencé a interesarme por libros, conferencias, talleres de psicoeducación y grupos de autoayuda, recopilando toda lo que he aprendido en un cuaderno que atesoro, que no he dejado de llenar y que cada cierto tiempo vuelvo a leer.

En este camino de búsqueda de aprendizaje encontré el Grupo de Autoayuda del Hospital El Salvador, dirigido por la paciente Susana Rodriguez Hidalgo y asistí a una excelente charla del Dr. Pedro Retamal. Fue otro comienzo en el que no sólo he podido acceder a su obra escrita, que representa una vida profesional dedicada al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del ánimo, de esta charla descubrí lo que llamo la amistad bipolar.

Para mi como paciente la amistad con Susana ha significado otra dimensión del compartir experiencias y ver que a pesar de que cada una tenga sintomatologías propias, hay una sensibilidad que nos une al descubrir la manera en que nuestros cerebros procesan y nos entregan el ánimo que nos enferma.

Sin duda lo más valioso de la AMISTAD BIPOLAR es descubrir todo lo que podemos hacer para que nuestro cerebro nos entregue el equilibrio y mi amiga Susana lleva más de 30 años compartiendo este aprendizaje en el Grupo que dirigió, a través de su Blog “Yo Bipolar” y me consta que aún hoy sigue en ese camino de auxilio con otros pacientes y conmigo.

Nos ha resultado sorprendente conocer  como a pesar de ser de generaciones, crianzas y culturas distintas, compartimos tantas cosas, desde el amor por la familia y lo hogareño, hasta la fascinación por la naturaleza, los animales y las flores. De ahí que hemos descubierto coincidencias en los gustos y maneras de ver la vida, que se han ido repitiendo y que cada día nos causan sorpresa y gusto.

Por supuesto que me retroalimento con ella de lo que voy aprendiendo y siempre hace un aporte porque conoce de buena fuente el diagnóstico y todo lo que como pacientes no es útil para lograr convivir con la enfermedad.

Creo que tener la amistad que surge en el contexto de los grupos de autoayuda o en la Psicoeducación es de todas maneras una fuente más de terapia.

Por sobre todas las cosas aprecio en el ir y venir de nuestras largas conversaciones que haya incentivando en mí el uso de la música, la respiración, la utilidad de tener flores frescas, el uso del orden y la limpieza para que nos sintamos a gusto, el placer de entregar el bienestar y alimentos con valor nutritivo a la familia y la lista no está completa porque siempre está en desarrollo.

Soy una lectora y seguidora de sus consejos en Facebook que cada día aporta su visión humanizadora para que la vida propia sea una suma de experiencias de crecimiento. Recopilarlos sería interesante como reflexiones para la autoayuda.

Y dejo para el final lo más estimado de la amistad bipolar con Susana. Con ella he aprendido a agradecer y a confiar en que para nosotros la fe es una poderosa aliada que nos da equilibrio y paz.

Mis agradecimientos y admiración por despertar en mi una conexión verdadera con la Isla Grande de Chiloé y su gente, la que he descubierto cada día a través de las imágenes sorprendentes y de calidad de su cámara, que me han permitido conocer sus paisajes mágicos y sobre todo el tesoro único de sus gentes, que encanta por la pureza de sus valores, sus conocimientos y su manera de lograr la convivencia el equilibrio con su medio ambiente. 

Mis parabienes amiga por ser transmisora de la valía de los chilotes, con quienes sin dudas mantienes una relación de amistad respetuosa que es recíproca, porque estoy segura que también para ellos eres especial y más porque la  reciben cada día también de tu amado Sergio.

Estoy segura que cuando te envíe estas líneas se me alumbrarán las neuronas y tendré la certeza de que no están completas.

Un abrazo grande para ti.

Odaliz Mirabal Rodríguez.

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