martes, 15 de diciembre de 2020

Lo que se pierde se recupera.

 Todos quienes sabemos lo que es vivir de ideas delirantes, con pánico, perder la facultad de reconocer la verdad y la realidad, la motricidad, la percepción, no imaginamos qué alguna vez, podamos alcanzar a corregir lo que parece imposible. 

Para lograrlo se necesita cultivar la obediencia, abandonar la soberbia, la desconfianza, la rabia, no hacer culpable a otros aunque los haya y entender qué aún para quienes, además de la bipolaridad, les resulta tan difícil abandonar la droga y el alcohol, no es imposible corregirlo para quien se lo propone.

Al inicio de mis peores crisis, cada mañana al despertar decía: "¡Señor! porqué un día más" y hoy no quiero que pasen los días, principalmente para agradecer a mi propia voluntad de haberme hecho humilde, de no renegar contra el mal, sino qué dejarlo pasar, es verdad que siempre pasa, porque no puede ganar el poder que tiene lo bueno, que nunca muere. 

Sin voluntad, hubiera sucumbido en el mal mismo, tuve la paciencia de aceptar haber perdido dentro de varios episodios, la visión, la escritura, el ritmo en el tranco, la memoria, el habla y la posibilidad de revertir el dolor de los míos por la paz.

Hasta que hoy puedo dar fe, qué nunca pierdas la esperanza que tu vida vuelva a su centro, si es que pones humildad para no enojarte con lo que te hace padecer, más bien te acostumbres a agradecer que no has perdido la capacidad de ser tú quien puede trascender, trasformar el dolor en fortaleza, para lograr abandonar la rabia y amar la paz,  sí se puede,  cuando se siembra la semilla de buscar respuestas en el propio buen espíritu. 


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