Es tan cierto qué cuando nos centramos en los demás en busca de agradar, esforzándonos por conseguir armonía o aceptación, terminamos perdiendo Luz Propia; la búsqueda de recibir de otros gratitud, reconocimiento y, a veces, amor, puede que se vuelva una decepción de sí mismo, porque la culpa no nos permite entender que todo éso lo tenemos que cultivar y valorar en nuestra propia esencia; ser agradecidos nos despierta al optimismo y reconocer qué aún faltándonos siempre algo, tenemos pan, cama y abrigo y tratándose del amor, nada mejor que amar nuestra intención de cambiar, evolucionar y no dañar a otro.
Centrar la atención en nosotros mismos en el modo de actuar, nos permite controlar impulsos negativos, incluso, de autocrítica y dejar de impresionarnos por la personalidad de aquéllos que hablan más fuerte o qué aparentemente nos ignoran, esa carta de presentación debería servirnos para recordar que nadie es perfecto, todos mortales y con los mismos miedos, es decir un análisis suficiente para ser uno mismo, sin máscaras ni etiquetas y así los demás también se atrevan a ser uno más de todos.
Algo que nos igualará, es qué basta que uno mismo se reconozca con debilidades emocionales y de necesidad de apoyo en medicina del área de la psiquiatría, para enterarnos qué en toda familia hay alguien que también lo ha necesitado.
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