lunes, 17 de julio de 2017

Mecanismos como las Emociones


Dentro del tratamiento uno de las acotaciones más escuchadas es hacernos resaltar que debemos controlar las emociones.

 Generalmente no entendemos qué significa eso, dentro de mí aprendizaje puedo entender que la raíz de nuestra enfermedad está ligada justamente a esas emociones, "reacciones provocadas por aquella sensibilidad  de la que no tenemos una conciencia formada"  para entender los mecanismos que nos hacen reaccionar de manera individual y a veces desfavorablemente.

Científicamente no estoy capacitada para ayudar a comprender qué significa controlar las emociones, pero quisiera compartir la manera de cómo en el tiempo he aprendido a controlar mis "impulsos expresivos" para poder lograrlo debí entender que  era necesario "calmar mis propias reacciones", "dejar de impresionarme por cualquier estímulo externo", "evitar conmoverme con lo bueno o con lo malo" sabiendo que lo uno y lo otro pertenece a la normalidad de la vida y además y tan importante como lo otro, darme cuenta que "no todo lo que ocurre me pertenece"

Reconocí que mi "impulsividad alteraba mi tranquilidad"  me dí  el tiempo para "medir y observar mis propias reacciones" supe que "no venía de fuera la provocación que movía mis síntomas de inquietud" sino que "lo que sentía tenía que ver directamente con mi manera desmedida de interpretar"; ahora puedo afirmar que la más poderosa razón que no me permitía cambiar, era la falta de madurez,  para saber como poner las cosas en su lugar.  


* Madurez: "Estado de una cosa que ha alcanzado su pleno desarrollo, o de una persona que ha alcanzado su mejor momento en algún aspecto"

Aparentemente pareciera no ser posible el autocontrol de esta innata manera de expresarse y sentir como ser humano, pero lo cierto que es posible, cuando reconocemos que los propios síntomas de lo que sentimos, pertenecen a nuestro propio mundo emocional; centrarnos, observarnos y reconocemos como persona individual con sus propias características, separándonos de opiniones, afectos o expectativas externas, podemos lograr un provechoso trabajo por y para uno mismo.

Generalmente ante todo creemos que la claridad está en el apoyo que encontremos, pero no es lo único, quien mejor puede saber qué conductas o reacciones se repiten y lo perjudican es quien las experimenta y es quien las puede cambiar.


Quien confía en sí mismo encuentra la calma.



4 comentarios:

  1. Susana, yo creo que no soy la única que se siente interpretada por este bello texto, esta profunda reflexión. Muchas de las cosas que relatas (todas) las vivo a diario; es una paranoia permanente. También es un temor a mí misma porque no sé cómo voy a reaccionar o a sentirme. Me resulta a veces tratar de anticiparme a las situaciones posibles. El problema surge cuando no tengo el tiempo de anticiparme... me desmorono. Yo me siento un desastre, pero también siento que tu reflexión ilumina ciertas intuiciones que hace rato me vienen penando.
    Qué ganas de tener tu claridad, tu calma y sabiduría.
    Abrazos
    Alejandra

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    1. Ahhh... quería agregar que te agradezco mucho, muchísimo este espacio y tu generosidad.

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  2. Alejandra: Has de saber mi verdad más pura y bella, la claridad, calma y sabiduría que he logrado y comparto, es fruto de haberme reconciliado con Dios, sin mis Padrenuestros incluso en voz alta cuando a solas puedo, permiten que Dios me ilumine y proteja y no necesito dar más que eso.

    Mi padecer ha sido como el de todos quienes transitan por la bipolaridad, darme cuenta que era necesario dejar pasar lo perverso, sirvió para reconocer que Dios es todo lo bueno, eso bueno que vive en ti, en mí y en cada uno de nosotros.

    Confía.
    Escribiré sobre lo que cuentas que te pasa.
    Un abrazo de paz.

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