miércoles, 28 de octubre de 2020

Cintia y Yo.

 Vivir inesperadamente lo extraño, como es la experiencia de la primera crisis bipolar, el primer afectado no es la persona propietaria de la locura, sino qué los primeros afectados pasan a ser los componentes de la familia y en mi caso además de mi buen esposo, mis hijos que siendo aún niños, sufrieron lo que no se merecían.

La razón de lo ocurrido, solo Dios lo sabe y aunque como paciente uno tenga su verdad, por mi parte ni siquiera me nace recurrir al rencor como desahogo.

Porque aun el daño causado por algo externo, al dolor le debo el haber pasado no sé si de la ingenuidad, porque más cierto me parece que desde la inocencia, la que hace alusión a tomar decisiones cuestionando... en mi caso, sobre un juicio equivocado sobre mí de cierta gente, motivo que no consideré tener porqué cambiar mi manera de ser, lo cierto que hoy no me importa dilucidar en detalle las equivocaciones que en este sentido nunca fueron de mi responsabilidad, lo más importante haber logrado gracias a la psiquiatría, la capacidad de distinguir la realidad.

Es muy común en muchos casos de pacientes Bipolares, el no poder olvidar algún hecho que arrebató su alegría de vivir y muchas veces, es el mal recuerdo que reactiva la enfermedad, volviéndose como un tubo de escape producto del miedo que nos vuelve a anular.

Recuerdo a Cintia quien cada vez que salía de terapia, la consumía la angustia y uno como  paciente aprende que la prudencia y el silencio nos permite encontrar el propio centro, sin embargo una vez me atreví a decir, ¿porqué te pasa siempre lo mismo? y ella me confesó lo que la afligía y me acordé de mi propia historia y le pregunté si ella había dañado a alguien y respondió que no y concluí diciendo: Entonces, no hay motivo para llorar, Cintia me abrazó y aunque nunca volví a hablar de lo mismo con ella, en ese momento dejó de llorar. 

La enfermedad bipolar está denominada como trastorno del ánimo y la conexión de ánimo es alma, basta con el sufrimiento imborrable de nuestra propia alma ante lo incomprensible, para entender que no merecemos seguir trastornados por un pecado que no nos pertenece. 

Por eso no solo oro por mí y por los míos, también por los que injustamente sufren, porque en el refugio de lo puro, brilla la paz.

Jesús, Jesús, Jesús.




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