martes, 14 de agosto de 2018

¿Qué son los valores?


¿Qué son los valores? Los valores son principios que nos ayudan a distinguir, apreciar y elegir algunas cosas en vez de otras. 

Es aquello que nos ayuda a preferir lo importante que es elegir una conducta u otra, los valores nos dan la posibilidad de integridad y satisfacción al elegir de manera independiente nuestro actuar, la elección personal de los valores refleja nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes.

Comparto aquí una lista de algunos de los valores que pueden ayudarnos a hacer más grata la vida.:

La prudencia: es una virtud, es aquella cualidad que nos permite cuidar de las situaciones difíciles. Es esa capacidad de actuar con cautela, analizando y comprobando información antes de tomar una decisión, examinando las posibles consecuencias de nuestras determinaciones, nos permite controlar los impulsos que a veces nos dominan.
La prudencia, nos ayuda a tomar con prevención las acciones para evitar dificultades y hacer de los hechos algo a favor.

La fortaleza; nos da fuerza para resistir aquello que nos parece imposible de superar, nos ayuda a dejar de ser extremadamente sensibles, a conocer la valentía y luchar por nuestros ideales y por todo lo que queramos alcanzar como sentido de vida. La fortaleza sin paciencia se resiente y caemos en la tristeza y abatimiento.

La paciencia; es superar las molestias presentes con paz interior con la serenidad de que el bien deseado llegará. Es saber esperar, es aprender que cada cosa tiene su tiempo y que la recompensa llega.

La perseverancia; es seguir con fuerza y determinación lo que nos proponemos, es llevar a cabo las acciones hasta alcanzar lo que hemos decidido.

La comprensión; la comprensión está unida a respetar y amar a los otros, como también en la capacidad de ponerse en el lugar de lo que le pasa a alguien. Considerando que desde este valor denominado comprensión, podemos hacer algo innato en nosotros como seres humanos, podemos  generarla y brindarla a través de la buena voluntad. La comprensión siempre apuntará a un bien en conjunto, radicando en el afecto y la buena disposición para entendernos entre sí.

El respeto; es el derecho a ser considerado con un valor por sí mismo que se establece como recíproco. Toda relación humana que no se base en el respeto, difícilmente será profunda y valedera. El respeto comienza en el reconocimiento de sí mismo al ser persona individual, considerando esto debe ser considerado como respeto mutuo.

El optimismo; nos servirá para confiar equilibradamente en las posibilidades de ayuda; confiando en los demás, ante cualquier situación distinguir lo positivo y las posibilidades de mejorar que existen. El optimismo nos  aparta de la desconfianza, del pesimismo, de la soberbia, nos permite liberarnos de ese cuerpo encorvado por nuestros temores y nos alienta a poner lo mejor de nuestros esfuerzos.

La lealtad; es el compromiso a largo plazo con los demás y no sólo lo que se necesita y es útil para uno. Es la entrega para construir una realidad y estabilidad de valores duraderos, reforzando a lo largo del tiempo la fidelidad.

La obediencia; la persona obediente acepta en un acto de decisión interior, libremente, siempre que no se oponga al bien, es decir que no lo perjudique.
El ser obediente a lo que se piensa, se siente y se hace, nos lleva a ser más pleno y maduro. El querer cambiar a toda la humanidad es algo ilusorio, pero aspirar por un cambio interior pensando en el beneficio  que brinda la obediencia, puede permitirnos ser un ejemplo para dar apoyo y fortaleza a otros.

La templanza: es realizar un orden en el interior del alma, del propio yo, donde aquello que se presenta en nuestro interior como desigual, logre la armonía. Es una auto conservación desprendida, donde ponemos la mirada y la voluntad.

La responsabilidad; es aceptar o tomar decisiones haciéndose cargo del resultado de ellas, es comprometerse con nuestras acciones. La responsabilidad también incluye el respeto, tanto por sí mismo como por los otros.

El orden: este valor es el que conduce a disolver las confusiones, a distinguir lo importante de lo secundario, a manejar el tiempo en beneficio de la salud mental y psíquica, a elevar los objetivos para lograr las metas deseadas.

El pudor: la persona que posee pudor cuida y respeta su intimidad y la de los demás, mantiene su seguridad interior resguardada de extraños, rechazando lo que pudiese dañarle, mostrándola solo cuando sirve a su bien.

La sinceridad: Es manifestar con claridad y en el momento oportuno, lo que se piensa, siente y hemos visto en relación a una situación. Ser honesto, prudente, ver la realidad de forma clara, distinguir con mesura el intercambio de ideas, poder rectificar nuestros errores, ser leal.

La sencillez: la sencillez nos permite tener relaciones más fluidas, fáciles y quizás más relevantes, nos permite vivir en un estado más cercano a la plenitud y paz, ya que no estamos actuando roles frente al mundo, sino que estamos siendo sencillamente quiénes somos; abandonando estrategias y astucia, respetando el pudor y la prudencia para saber hasta dónde, cómo y cuánto puedo mostrar.

La amistad: siempre deseamos encontrar un buen amigo y la amistad también se encuentra en nosotros para entregar generosidad, para compartir alegrías, tristezas, logros, etc., como si fueran propios para que mutuamente sigamos por el camino del bien. Es necesario evitar una amistad excesiva, que pueda volverse muy dependiente, invadiendo y atropellando nuestros derechos.

La generosidad: “El que da es el que más recibe” es estar conectado con el bien del otro, aunque cueste un esfuerzo, considerándolo como un sentido de vida; es dejar de pensar en la propia satisfacción.  

La laboriosidad: la persona laboriosa, busca realizar con empeño cualquier quehacer diario; hay pasajes de nuestros estados que nos mueven sólo a la pereza, pero no es motivo para pensar que no volveremos a la autorrealización.

Descripción: Susana Rodríguez Hidalgo.


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