viernes, 1 de marzo de 2019

Mentira o Verdad.



De mis relaciones más estrechas y perdurables, siguen siendo aquellas que se han generado con personas, con las que nos hemos visto en la necesidad de buscar la manera de comprendernos a sí mismo.

Unos más soberbios, otros más escépticos y otros mejor dispuestos de aprender de quienes, aun habiendo recorrido momentos menos apacibles, demuestran ser más agradecidos de la fe,  del tratamiento y de no haber dudado en responder a esa obligación de atender primero al vaso de agua y a los medicamentos.

Esta patología no es solo saber que es una dolencia afectiva, sino que es un motivo de estudio de cada persona diagnosticada, porque de no considerar que al tratarse de un mal relacionado con lo que sentimos, genera una relación no con un dolor puntual, sino con lo más específico de la existencia el Ser, es decir con la propia esencia humana.

De allí que la inquietud de examinar quien es uno mismo, nos ayudará a buscar respuestas en todas las ramas que nos enseñen a vincularnos con el conocimiento más profundo del ser humano.

Después de un mundo idealizado por mi romanticismo y luego  de pasar por el túnel de la oscuridad y de la creencia que todo era mentira y nada era verdad, nunca más dejé de buscar respuestas en todo aquello que pudiera demostrarme que yo era más de alguien.

Y puse atención a todo aquello que se acercó a mí, para quitarme el sentido de culpar a mi equivocación por lo que estaba pasando.

Y fui uniendo, el aprendizaje que me fue entregando la psiquiatría, la sabiduría del psicoanálisis, del aporte de la psicología y de la mejor fuente de reflexión, la Filosofía y de ese alimento único como lo es siempre mi espiritualidad, un todo hecho motivación para purificar lo que nunca antes entendí; nadie sabe más que quien lo sufre lo que es el dolor, pero es al dolor al que le debo entender lo que antes no entendí.

Susana Rodríguez Hidalgo

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