jueves, 30 de mayo de 2019

Cómo Somos Como Debemos Ser.


Hay incógnitas con respuestas claras para quienes hemos aprendido la lección, poder reconocer en otro paciente cuando no consigue ver la realidad tal cual  es, volviéndose intenso y obsesivo en puntualizar situaciones que no son como el las ve, este es uno de los síntomas tal vez más exigentes e incómodos, para quien convive con el paciente.

Siendo el principio de esto el impulso de la enfermedad, distorsionar la realidad y llevar a la persona a insistir en lo que no corresponde insistir y no es de otra manera, porque la enfermedad impide a la persona estar clara en mente y espíritu, mientras no cumpla con su tratamiento.

La bipolaridad tiene el poder de impedir darnos cuenta que estamos equivocados, sin tratamiento nos dominan los delirios, los que para quien los experimenta no parecen serlo, porque de alguna manera nos conectan con algo que nos aflige, con algo que tiene que ver con una parte de la realidad que, a veces, sin ser una gran problemática, hacemos de eso una súper problemática, no siendo agotadora para quien la recrea, sino para quien no sabe cómo ayudar a estos síntomas agotadores de la enfermedad.

Recuerdo a Nidia, quien fallaba en su tratamiento, porque es una más de quien le encuentra cualquier factor desagradable, para justificar su no aceptación a cumplir con lo que le pertenece como deber, no entendiendo que sus derechos empiezan a tomar el lugar que le corresponde, cuando se hace cargo de lo que la mantendrá clara en su criterio, antes no, porque a ella misma no le da la capacidad para comprender a otro cuando no tiene la razón.

En mis primeros pasos de conocimiento del tratamiento, pensé que entre más noción tuviera sobre la enfermedad, mayor poder de enfermedad y no, saber sobre los síntomas y el mecanismo del diagnóstico, era esencial para evitar recaídas, para tomarme en serio y no a la ligera, porque el desafío más importante al que me enfrentaba la vida, era a este, entender siempre lo que me sucede y donde nadie más que yo suele llegar y lo que hasta hoy sigue dependiendo de mi, aclarar lo qué pasa por mí.

 Lo más relevante fue dejar de auto evaluarme como una persona sensible, angustiosa, que no entendía qué hacer con lo que sentía.

Además de los estabilizadores del ánimo que me permitieron conectarme con la realidad común, mi primera incógnita fue preguntarle a mi primer médico si podía dejar de pensar y dijo ¡No! Y eso me hizo descubrir, que tampoco nunca iba a dejar de sentir.

En el tiempo fui ordenando y separando mis estados, fui dejando atrás lo que siempre escuché de mi "es que es muy sensible", eso no me ayudaba en nada, más bien me desautorizaba.

Cuando se habla que el Trastorno Afectivo Bipolar tiene relación con la emoción, entonces pude reconocerme como emotiva, en ese tiempo fácil de estremecerse con lo que para otros no tenía significado alguno, ese fue el camino inicial para auto evaluarme y dar inicio a una larga espera de entender la importancia de aceptarme incluso con la enfermedad bipolar, entender que soy dueña de mis sentimientos y que mientras no abandonara esa emotividad desbordante, no iba a disfrutar de mi propia tranquilidad.

Tarde o temprano hay que hacerse amigo de la madurez."Entre los tipo de madurez están las actitudes concretas como una conducta razonable, una persona madura acepta las consecuencias de sus actos, se hace responsable".



No hay comentarios:

Publicar un comentario