lunes, 27 de mayo de 2019

¿Qué hacer con lo que sentimos?


Siempre hay alguien nuevo que llega a participar en grupo y aún aclarándonos tantas veces lo necesario, siempre volvemos a revisar lo que nos sirve a todos, saber que lo más importante es tener "conocimiento de uno mismo".

La enfermedad bipolar tiene relación directa con lo que nos afecta y si preguntamos a un paciente nuevo que significa eso, no sabe cómo responderlo, pero basta que digamos que todo aquello que no sepamos aceptar nos afecta (inquieta), porque nuestra fragilidad tiene relación directa con lo que “sentimos”, sorprende y a la vez nos une en una misma dinámica de lo que nos pasa.

Nuestro diagnóstico es denominado Trastorno del Ánimo: Si nos detenemos en  el significado de ánimo: Dícese de la “inclinación del estado anímico hacia uno de los sentimientos del “alma”. 
(Significado digno de reflexionar y de interés personal).

Entonces, lo primero que necesitamos para empezar a entender qué hacer con nuestros desequilibrios, es saber "qué hacer con lo que sentimos".

Cuando reconocemos que lo que “sentimos” es el principio de lo que “pensamos” teniendo repercusión en nuestros estados de ánimo, nos damos cuenta del porqué nos inquietamos, porqué nos sobresaltamos.

Siendo uno de los factores principales de nuestras inseguridades el miedo, miedo a la crítica, a la incomprensión, a la incertidumbre de no saber qué pasará con nosotros y todo lo que puede pasar con nosotros, no depende de otra cosa que de "nuestras propias elecciones".

Somos libres de elegir lo bueno o lo malo o el bien o el mal y a través de la autobservación de cómo actuamos podemos lograr cuidarnos, distinguir qué nos puede favorecer o perjudicarnos.

Es esto lo que en definitiva nos generará independencia afectiva, que no es otra cosa que dejar de vivir con temores,  complejos, insatisfacciones, porque de aceptarnos con todo aquello que no nos guste de nosotros, seremos capaces  de respetarnos, valorándonos independiente de la apreciación o la comprensión de los demás.

Cada persona puede pensar, opinar, criticar, así como nosotros mismos, pero a cada persona le corresponde hacerse cargo de lo que piensa y dice, quien quiera que sea, no siendo necesario, muchas veces, ni siquiera discutir el punto por mucho que tengamos la razón, porque en el silencio mismo cada cual también puede hacer juicio de lo que pasa afuera, observando claramente que por mucho que nos involucren, esos pensamientos no nos pertenecen porque uno mismo no lo ha pensado. 

Estamos más expuestos a recibir juicios desfavorables que halagos, por lo tanto más propensos a sentirnos mal que bien, entonces de nosotros depende no apropiarse de lo que nos confunde o intranquilice.

Cuando no esperes reconocimiento, cuando agradezcas todo lo bueno que tienes, te sorprenderás de lo que te rodea.




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