miércoles, 27 de noviembre de 2019

Qué Vergüenza.


Disfrutar, resulta más difícil que reclamar o criticar, principalmente por falta de amor propio.

Todo "descontento" que mueve nuestra vida, parte principalmente por la falta de conocer y valorar nuestras cualidades y también por la necesidad  de sentirnos aceptados, amados o admirados.

Mientras no demos valor a todo lo bueno que vive en nosotros, nos abordará la inseguridad, la auto descalificación y además, permitir que los demás jueguen con nosotros, hoy puedo reconocer que  no es egoísmo, soberbia ni vanidad,
reconocer mis virtudes, el principio de entender que es lo que merezco. 

Es mejor evaluarnos que dedicarle tiempo a la opinión ajena, a los inicios de mis terapias en grupo, cada uno exponía sus penas y confusiones y la más dura de entender fui yo.

Más de un año para poder caer en razón, (que vergüenza), cada vez que lloraba y confidenciaba el dolor que me causaba que alguien con sus comentarios mal intenciones me dañaba y de estar solo sumida en lo injusto, "nunca bien escuché" que mis terapeutas me preguntaban "¿es cierto lo que decía esa persona?" Dije "no era cierto"...  y entonces... "¿si  no es cierto, porque llora?" -a lo que respondía- "porque no es verdad".

Y nunca entendí que "si no era cierto" lo que decía aquella persona que me dañaba, "no tenía porque llorar".

Esto es un ejemplo vivo de lo que es la propia desvalorización.

Le debo a la psiquiatría, psicoanálisis, psicología, terapeutas ocupacionales y principalmente a mi propia bipolaridad, el haber entendido el gran significado de amor propio, lo que hoy trasciende en mi, como respeto a sí mismo.

Vivir consciente de uno mismo, es no mezclar mentira con verdad. 

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