miércoles, 29 de abril de 2020

La Ayuda dónde encontré la Clave.


Muchas personas se admiran que generalmente tenga buenas razones, algunos me califican de coherente, consecuente, sabia, lo cierto que no logro darme cuenta si esos conceptos pueden reflejar lo que por naturaleza puedo ser.

Sin embargo, sin la ayuda de quienes me han tendido la mano, mi estupidez, basada en una sensibilidad enfermiza, nunca hubiese cambiado el sentido de mi vida.

Toda indicación, orientación y psicoeducación nos hizo confiar en que todo no iba a ser tan destructivo... pero acercarme a saber quién soy y quién podría llegar a ser, lo pude alcanzar a saber con la ayuda del médico Psiquiatra-Psicoanalista Dr. Derek Humphreys Manterola.

No es fácil explicar lo significativa que es su valiosa intervención en el desarrollo de mi vida, emociones y sentimientos, mas aún después que han transcurrido tantos años, porque de lo importante que he recibido de él, ahora mismo lo que me conmueve, es la deferencia que ha mantenido conmigo como paciente y también hacia mi familia, cuando he necesitado de su asistencia.

Han transcurrido más de veinte años, el reside en París y yo en Chile, sin embargo su altruismo ha sido un bálsamo en mi mundo de vulnerabilidad.

Podría extenderme en elogios y gratitud para este médico de admirable vocación, pero conociéndole, no es mi afán de llegar ha incomodarle.

Me situaré en el porqué con mis 38 años de edad, casada y feliz y con dos adorables hijos y con un desarrollo laboral donde mi espíritu de humilde artista, podía traspasar formación y realización en el ámbito educativo y de proyección comunitario, de un momento a otro se trastocó, todo cambió y aún sigo pensando dos cosas, una de ellas que algo externo lo provocó y lo otro que nunca lo merecí, porque en lo que fallé, fue en no anticiparme a entender que existía la maldad.

Esto no traía nada bueno, traía lo peor de este trastorno bipolar, lo primero  que destruyó este mal fue nuestra alegría de vivir y... después  de una historia que quisiera dejar pasar... hoy me reconforta el poder volver a aportar,  como  lo hice antes de verme envuelta en la desdicha, recuperé lo perdido y mejoré la ingenuidad.

Es eso por ahora lo que me permite concluir de manera clara y siempre honrada, lo que puede servir de una posible ventana para que otros puedan, quizá, dar una mirada... donde vencer la angustia o el miedo.

Todo el apoyo y buena intención incondicional, no solo de los míos, logró ir apartándome del desagrado y los capítulos donde me acompañó la maestría del Dr. Humphreys, permitió que en profundidad revisara el por qué de mis conductas y ahora vuelvo a creer que "ésa es la clave"... cambiar el comportamiento para que en el mundo personal las cosas cambien; así fui dejando atrás aquello que se había transformado en la razón principal de mi existir, tratar de aclarar las mil razones del porqué sentirme dañada.

Dentro  de crisis y esperanzas, fue posible ir aprendiendo a no hacerme cargo de lo que no me pertenece, a no dar por dar, ni querer por querer, ni llorar sin  saber si es así como se resuelve el problema, a dejar atrás lo que ya pasó, a dar valor a la razón más que al romanticismo y a entender tanto sobre mi propia naturaleza humana.
Aprendí a observar mi manera de ser desde afuera, para concluir que era un ser real, no sólo sufriente, que mis virtudes podían terminar siendo defectos y que mis defectos de no aceptarlos se volvían mas complejos, porque sacando cuentas, soy lo que decido ser y no lo que parezco.

Cuando nos analizamos en grupo y mi experiencia habla por sí sola, es porque después de vivir la locura, fue el destino que se presentó a mi favor, permtiéndome estar en manos del notable profesional, quien con su respeto de silencio e interés de ayuda, me permitió reconocer mi mayor equivocación, desconocer mi valor y darme cuenta que la razón fundamental de sentirme perjudicada, radicaba en no haberme apropiado de mi dignidad, responsable, formal y  fiel, lo que hoy me permite no volver a dejarme humillar.

Fue así como fui descubriendo la importancia de aquello que de una vez, me serviría para alcanzar a valerme por mi misma, asimilar 
el significado de conciencia, porque era lo único  que me permitiría tener conocimiento de mi existencia, para comprender el porqué de mi pensamiento, de mis actos y de lo que siento, del porqué decaigo y qué hace que lo bueno nunca cambie.

Mi mundo interior poco a poco despertaba a ese rasgo  de madurez desconocido, en el sentido de lo posible que era detenerme para vivir con los pies en la tierra y con firme decisión, de cambiar el escenario en el que construía mis ideas e ideales,  sin saber que era la principal protagonista de mi vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario