jueves, 10 de mayo de 2018

Discriminación el Fantasma Social...


Haciendo una pausa sobre la reflexión de una admirable persona que ha alcanzado altos cargos por su valiosa calidad profesional y que sin embargo, nunca deja de ser "puntualizado su origen socioeconómico", es que me referí en una red social a este comentario en el que me sentí identificada, pero luego una paciente bipolar, me sorprendió con su realidad experimentada en relación al mismo tema, la discriminación.

La Dra. Carol Hullin concluyó en una entrevista de TV: “He sido discriminada, pero no me siento discriminada, porque yo no me discrimino”.

Y en  el valor que encierra coincido en su apreciación, nadie que se respete a sí mismo, puede sentirse discriminado. Después de declarar mi opinión, recibí el  comentario de Raquel, que sin hacerme cambiar de opinión de lo antes planteado, lo suyo tenía una connotación mayor que  sentirse solo discriminado y en su caso por ser paciente bipolar.

Raquel dijo: “Eso depende, a mi me ocurrió un caso que aunque no me sienta discriminada era imposible de negarlo. Mi jefe de carrera me obligó a congelar la carrera por tener bipolaridad, me amenazó, eso es discriminación aunque no creas en ella”.

Entonces respondí a Raquel diciendo que por supuesto, eso, es una falta aún más grave, no sólo tiene relación con la discriminación, sino con el abuso de poder, frente a una autoridad ignorante, inhumana, a quien solo las vueltas de la vida, le podrá demostrar la enseñanza que le dejó su mal proceder.

Es una batalla constante tener que callar el diagnóstico bipolar por la falta de criterio social, siendo que de seguro son miles las grandes personas que aportan a la sociedad y que tienen que callar su enfermedad, como médicos, abogados, arquitectos y en todas las áreas, donde no pasan inadvertidos por su excelencia, su genialidad innata, realidad que está presente, mientras no nos expongamos a la "absurda vara de ser medido" por esta enfermedad, siendo que se puede desarrollar en todos.

Pero muchas veces contra la estupidez de otro no podemos, Dios es el único juez y no lo veo a Él como una esperanza, menos como un motivo de evangelizar, sino como justo y necesario para dejar pasar a lo que se empeña por destruirnos.


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