jueves, 24 de octubre de 2019

Influyen las Opiniones.


Hay hechos que se mantienen en el tiempo, por la influencia que otro infunde en nosotros y puede ser para bien como para mal.

Después de ocho años, me encuentro con la mamá de Cristina, las que llegaron en busca de respuestas a los encuentros de los días lunes, donde tímidamente se dieron a entender, entre confusos planteamientos y con quienes desde esa vez, no nos separamos, porque dentro de mi interés por ayudar, también está el hacerlo por correo.

Pocas veces nos hemos visto, pero esta vez nos sentamos en una mesa con otras personas a conversar y cuando la Sra. Clarisa, explica que ha conseguido un entendimiento mutuo con su hija paciente bipolar, a través de las sugerencias que ella aún tiene anotadas, de las que fui entregando en el  tiempo y que hoy comparte con quien quiera escuchar, enterarme de esto, resultó ser un premio a mi inocencia.

Inocencia porque es lo único que me permite decir sin temor a la desconfianza y al prejuicio lo que también podría destruir mi buena intención.

Sé lo que es la confusión, el pánico, el horror de sentirse atrapado, del arrepentimiento de haber dicho una estupidez, por el hecho de haber sido presa de la incoherencia, de lo que hasta hoy me duele al ver lo que sufrieron mis hijos siendo niños, por ese algo desconocido, de lo que ellos nunca me han hecho culpable. 

La madre  de Cristina, hoy reconoce como fue que la presencia inesperada a distancia de cada respuesta a sus debilidades, se fueron fortaleciendo y lo que parecía imposible vencer, como era el poder de la ira en su hija y el pánico,  rabia y el miedo en ella, se fueran diluyendo poco a poco y no terminara en algo peor.

Entonces que alguien durante tantos años, aún guarde mis consejos los que puso en práctica, incluso en un inicio con duda, me permite reafirmar que si bien es cierto, no conozco a todos personalmente, puedo confiar en seguir dejando aquí mi intención, que  no es otra que otros alcancen lo que yo, vencer el dominio de lo que destruye lo bueno que vive en nosotros.

¿Qué no creyó en un inicio la Sra. Clarisa?
No creyó que cada vez que su hija la atacara, la intimidara, le discutiera, ella no tenía  que enfrentarla, menos mirarle a los ojos, porque el miedo o la rabia de quien esta con el paciente, se trasforma para  él en un enemigo y lo otro y definitivo, que con mayor razón en los momentos más difíciles y en silencio, nunca dejara de repasar la oración del Padrenuestro.

Ocurrieron muchos hechos difíciles, períodos en que Cristina se fue de la casa, quien siempre me mantuvo en saber dónde estaba y que hacía, a quien nunca reproché, porque ella también creyó en que cada paciente necesita de una plegaria,  para librarse de lo que no solo lo hace padecer a él, sino a toda una familia.

La Sra. Clarisa en el tiempo recuperó a su hija, hoy puede reconocer que todo cambió, por lo que en un comienzo a ella misma le pareció estar haciendo el ridículo y de lo que no creyó  que podía cambiar el destino de sus vidas, la oración del Padrenuestro.

Sembrar una semilla aún en terreno inerte y no abandonar a quien duda, es una manera de alcanzar a que juntos todos sembremos, porque solo Dios da el crecimiento.

P.D. La vida se vive de realidades,  no olvidar el tratamiento, deberes y cuidados, y que no nos falte el alimento espiritual.


































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