viernes, 11 de octubre de 2019

Ramón un hombre bueno.


Mi intención de ayudar a otros pacientes como yo, nace de la voluntad de aplicar y no fallar a la orientación de los profesionales y luego en querer traspasar la seguridad de tener claro, tanto la problemática como la solución a lo que prima en el paciente, la confusión.

Así es como alguien confía más que por encontrar respuesta en mí, por lograr conocimiento sobre sus propias falencias, conversar, a veces, diariamente sobre lo que nos pasa, nace algo parecido a un compromiso de no fallar a la confianza depositada de los demás en uno.

Lo único que no me cansa es confiar en el otro, porque aún pasando dos años, como ejemplo, menciono a Ramón, quien ayer me sorprende que definitivamente decidió cumplir con lo que consiguió a través de una asistente social, hora para ser atendido por un psiquiatra y psicólogo, lo que al fin quiere aceptar como guía y tratamiento. Lo felicité y me dice ha sido muy duro lo que he padecido Susana y le respondí que gracias a eso es que su vida puede cambiar.

Ramón  es un hombre bueno, pero cuando más joven se hizo drogadicto, por el solo hecho de haber conseguido buenas metas como vendedor, la droga le permitía caminar sin cansancio, económicamente alcanzó sus anheladas metas, pero su vida se destruyó, perdió capital económico y lo más preciado hasta hoy para el, su familia.


Su adicción no le ha permitido saber que decidir,  desde niño conoce la cristiandad y  es lo que le duele, ningún hijo de Dios quiere fallar a quien reconoce como su verdadero Padre, pero ha sido muchas veces la tentación, que lo vuelve a hacer recaer.


Hace mucho que ha ido venciendo este daño externo que lo transforma en un doble padecer, y del esfuerzo de conciencia es que hoy da el paso que puede salvarle de la auto destrucción.


Lo más relevante es que sus promesas de rehabilitación, han tenido siempre eco en su esposa e hijos y eso emociona.


Nadie puede dudar que el ser humano tarde o temprano, puede cambiar, pero sobrellevar una drogadicción más un trastorno bipolar, difícilmente se podría pensar que la persona esté dispuesto a dar la lucha para ordenarse, rehabilitarse sin embargo para quien no se abandona a perder su fe, puede volver a ponerse de pie. 



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