miércoles, 2 de agosto de 2017

Bien y Mal


La dependencia no es un asunto para lo que se necesite tener una enfermedad; sentirnos y hacernos dependientes radica desde el momento que nacemos como un ser indefenso y que por fortuna la vida nos espera con una amorosa dependencia.

Pero cuando nos debilitamos nos atemorizamos y tememos no saber qué hacer con lo que nos asusta, entonces pasamos a depender de aquello que nos provoca desconfianza; para algunos esto ha servido para aferrarse a qué existe algo más poderoso que el miedo, que puede defendernos y demostrarnos que el miedo, tiene incluso el propósito de convencernos que no existe Dios.

Y lo logra y somos nosotros mismos que nos dejamos llevar más bien por esa propuesta que nos obstruye la paz, más que creer y respetar  lo bueno de nosotros mismos.

Bien y mal no están fuera de nosotros viven en uno mismo, búscalos y los encontrarás, la mejor escuela es uno mismo, todo está en todos, es cosa que pruebes encontrar lo que aún no has encontrado, para que compruebes que todo está en ti.

Lo que creemos no saber, es porque siempre nos estacionamos más bien en la tristeza, en lo imposible, en el dolor, la injusticia, o fracaso, siendo que podemos posicionarnos en la confianza de generar lo bueno para sí mismo primero, entender que el dolor viene de mis ambiciones y de esa falta de reconocer que el motor de la vida funciona con la sencillez, no solo pensando en la propia vida, porque si bien es cierto la vida la genera cada uno de nosotros, también concluye en el bienestar o malestar de otros.

No te conectes con las complicaciones porque mientras bien no les abordes, ellas no te escuchan.

"El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz"
Madre Teresa de Calcuta



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