viernes, 25 de agosto de 2017

Un Cuento Se Hizo Verdad


Cada persona guarda el secreto de lo que no es fácil aceptar en su propia vida, algo difícil de comprender es la separación de los padres y entonces este cuento a un paciente le hizo valorar la crianza que recibió y comprender que no todas las respuestas siempre serán a favor y todo tiene su explicación.

Ramiro el niño inteligente.

Había una vez un niñito de ojos hermosos, que le gustaba tener respuesta a lo que no entendía, le gustaba saber porqué las hormigas eran tan pequeñas, le interesaba saber porqué los peces flotaban en el agua y por qué los pájaros volaban.

Él vivía con su abuela, ella era una persona dulce, comprensiva y respetaba mucho a sus hijos y a todos, aunque se equivocaran.

Un día el niño creció y quiso saber por qué sus padres vivían separados y por qué poco lo visitaban, entonces había una sola verdad, la única persona que estaba preparada para enseñarlo y cuidarlo era ella, la abuela Berta.

La mamá y el papá de Ramiro, querían a su hijo, sólo que no sabían cómo hacerlo crecer bien y cómo darle buenas enseñanzas, porque ellos dos, por su juventud, no tenían la madurez necesaria para cuidar a su hijo  y cuando alguien no tiene ese sentido desarrollado, no logra concebir responsabilidades.

Así fue que los papás del pequeño niño de ojos hermosos, dijeron, preferimos que sea su abuela Berta que lo abrigue, le de la comida y lo lleve a pasear.

Una vez Ramiro salió de paseo a la plaza con la abuela Berta y se encontraron con un perrito que se llamaba Mostacho, si es que Ramiro se movía, Mostacho lo seguía, cada vez que volvían a esa plaza Mostacho estaba con su amo, que era un señor jubilado que se entretenía viendo a Mostacho, jugar con los niños que visitaban los columpios en la plaza.

Ramiro, el niño inteligente, le pedía explicaciones a su abuela, ella era muy sabia y tenía muchas lindas respuestas, Ramiro comprendía lo que ella le decía.

Pasaron muchos años, lo mejor de todo es que el niño inteligente de ojos hermosos, fue entendiendo  lo que le decía su abuela Berta y fue entendiendo, que la decisión que tomaron los papás había sido lo mejor para él, porque los niños son igual que las semillas, necesitan mucho cuidado para germinar, para crecer sanos e inteligentes.

Así pasaron varios  años y Ramiro cuando pasaba por la plaza camino a la universidad, recordaba a su amigo Mostacho.

Un día estando sentado en la plaza junto a su mamá, Ramiro le explicaba por qué volaban los pájaros y los peces vivían en el mar y la mamá le preguntó quién te enseñó eso, todo eso me lo enseñó mi abuelita Berta.



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