lunes, 9 de octubre de 2017

Desde Mi Experiencia.



La experiencia en relación a la pérdida del sano juicio, para muchos puede pasar a ser una fuente de conocimiento de sí mismo, no sé si exista otra enfermedad, que nos lleve a buscar  el sentido de la propia verdad, como lo pide este diagnóstico bipolar.

Cualquier otra enfermedad puede ser considerada como algo que a todos puede afectarnos, pero no este trastorno, del cual no conocemos del porqué su razón de ser; cada día somos más los afectados y sin respuesta… como tampoco no conocemos un método de cómo “prevenir esta enfermedad".

Los estudios dejan demostrado que es una afección en relación a las emociones y que termina afectando la química de nuestro cerebro y luego por fortuna, la ciencia encuentra la posibilidad de estabilizar la conducta y el ánimo de los pacientes, recurriendo a químicos denominados “estabilizadores del ánimo” luego, es el médico-psiquiatra quien a través de un proceso de estudio,  determina lo efectivo que será el tratamiento en el paciente.

Pero la naturaleza de quien padece este trastorno, solo la conoce quien la experimenta, y se ve expuesto a lidiar con lo desconocido, que aparece como realidad de sí mismo, sin querer ser propietario ni generador de esos delirios, los que “sin enfermedad activa”, esos delirios no habitan en el alma… ni en la propia conciencia; así es, como en el tiempo tenemos que dejar de sentirnos culpables de lo que no hemos elegido,  entonces,   empezamos a darnos cuenta, de lo utilizados que somos como fuente de pesadillas espirituales.

Cada cual, lo interpreta como quiera, pero el sentido común de los pacientes, nos dice que esta enfermedad no se reviste de dulzura, de paz o de amor, los dominios experimentados no tienen otra cosa, por decir lo menos, que el susto, el sobresalto y el pavor; lo que la ciencia determina como psicosis, lo que es una tremenda ayuda,  que hombres de buena voluntad, entreguen su tiempo a la investigación en busca de respuestas y solución al dolor; que de no ser así, estaríamos más perdidos aún.

Pero llámese psicosis, delirios, confusión, locura, los elegidos por destino o casualidad, somos quienes nos vemos obligados a tener que aceptar, lo feroz, como algo  normal.

Quienes vivimos acompañados de esta anormalidad, no es eso no más, porque de no buscar la propia sanación, nunca veremos   este algo, como que pasó y pasó; lo que entra en nuestra vida no sale más y nada es suficiente para borrar el mal recuerdo y hacerlo desaparecer; entonces, nos queda el deber de saber cómo levantar la moral.

En mi caso, después de poner como propósito de vida, todos mis buenos esfuerzos por responder a mi propio derecho y deber de existencia humana, por esta enfermedad, sin merecerlo, he sido recluida en más de una internación… sin ser culpable, sin haber dañado a alguien, solo que he tenido que consentir ser presa útil, para matar no solo mi paz, sino de todos quienes me quieren.

Así es la vida de algunos, tener que conocer dentro de su realidad lo que es la flagelación psíquica; pero no todo lo que conocemos es lo único real, por eso que apartarnos de lo mundanal, acompañados de la propia ignorancia, nos sirve para saber que más cerca que lejos, hay algo maravilloso que nos demuestra lo que es verdad.

Desde la reflexión puedo alcanzar el amor espiritual, que me aparta del dolor y me acerca a Dios Padre.



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